Leyendas y arquetipos del Romanticismo español, Segunda edición

53 José de Espronceda Libertad. Igualdad. Fraternidad. (1836) Estas tres palabras evangélicas son el susto 1 de los opresores de la tierra, el lema 2 y esperanza de la humanidad. Las pronuncian los pueblos con entusiasmo, las repiten con alegría los libres vencedores, 3 y alborozan 4 en secreto el corazónde los oprimidos.Ellas son el símbolo de la alianza universal, la misión actual de la Europa moderna y el término 5 a que por escabrosas 6 sendas 7 y al través de mares de sangre se atropellan 8 las naciones en su marcha atrevida y azarosa. 9 Pero al proclamarlas no siempre las entendieron las masas; y la libertad, que pudieron comprender apenas, comparándola con la servidumbre 10 que acababan de sacudir, 11 no era bastante a existir por sí sola, aisladamente considerada, ni a establecer nada fijo sin la clara inteligencia de las palabras igualdad y fraternidad . Compendiado 12 está en ellas el catecismo 13 de la libertad moderna. Limitábase antes del cristianismo la libertad a tal o cual país privilegiado que guardaba para sí únicamente aquella deidad preciosa ante cuyas aras 14 sacrificaba, como un avaro 15 esconde el tesoro que hace la pasión de su vida. Y proclamándola volaban sus adoradores a esclavizar las naciones, y los que libres se apellidaban, no eran sino los opresores de los débiles. Libertad entonces era casi sinónimo de independencia, y ser libre era sólo no ser esclavo. Pretendíase con empeño 16 el derecho de ciudadano sin considerar al hombre como hombre, sino como habitante de un cierto pueblo. Si tenía la dicha 17 de haber nacido en el, ejercía su derecho; si no, su condición había de ser la de esclavo forzosamente. Grecia y Roma cumplieron entonces su misión en la marcha progresiva de la humanidad, y cuando su religión y los principios establecidos llegaron al término en que el progreso intelectual había precisamente de adelantarse, el cristianismo alzó la voz, y gritó a los hombres: ¡Igualdad! ¡Fraternidad! Igualdad, sí, dijo el ungido 18 del Señor, y la tierra se alborozó 19 ; ¡Fraternidad!, y los hombres en su júbilo se tendieron 20 la mano amistosamente. Y en aquellos siglos se echó el eterno cimiento 21 de la libertad, que algún día, cuando las gentes comprendan tan santas palabras, ha de brillar como el sol para todos, y hacer un solo pueblo de toda la humanidad. Pero los esclavos, aunque rompieron su cadena y borraron título tan ominoso, encorvaron el cuello bajo el collar de la servidumbre: el feudalismo alzó en Europa sus adustos 22 castillos, y desdeñando 23 el hombre la tierra que hollaba 24 con sus pies, imaginó para su consuelo 25 que sólo en otra mejor vida podía llegar a igualarse con su señor. La humanidad, no obstante, marchaba, aunque con lentitud, al alto objeto anunciado por el cristianismo, y el comercio y la guerra, juntando al oriente con el occidente, y trasportando los frutos de uno a otro distante país, emancipó al oprimido del yugo 26 del opresor, y abrió anchos caminos por donde se comunicasen unos con otros forzándolos mutuamente a necesitarse. La libertad fue entonces la idea dominante que iluminó la mente del hombre, y los pueblos, saliendo de su estado normal, ejercieron su soberanía, y arrojándose como torrente devastador, abolieron los privilegios y empezó una nueva era de progresos y esperanzas. El siglo XVIII fue el de la destrucción, y los escritores que prodigó 27 alzaron el grito de guerra contra los abusos y las tiranías, y el 1 miedo, espanto 2 motto 3 ganadores 4 causan alegría extrema 5 meta final 6 ásperas, duras 7 caminos 8 se chocan en el camino 9 difícil, peligrosa 10 servitude 11 quitarse 12 expuesto, explicado 13 difícil, peligrosa 14 altares 15 persona avariciosa, miser 16 con insistencia 17 fortuna 18 the annointed one 19 regocijó, rejoiced 20 se ofrecieron 21 base, fundación 22 severos 23 despreciando 24 pisaba, marcaba 25 alivio 26 yoke 27 que dio en abundancia

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