Leyendas y arquetipos del Romanticismo español, Segunda edición
40 Leyendas y arquetipos del Romanticismo español —¡Basta! ¡Que no puedo más!—gemía su ama. —¡Más todavía,mi señora!—replicaba con angustia la negra—. ¿Queréis aparecer ante los tribunales? “Y las dos, dominando su dolor, su asombro y su flaqueza, volvían a coger el yerto 1 cadáver para alejarlo más de allí. “Después Francisca, sosteniendo a su señora, la arrastra a su cuarto, la acuesta, vuelve al jardín, echa 2 agua sobre las manchas de sangre, y hace desaparecer todo rastro, 3 todo vestigio 4 de aquel lúgubre 5 crimen, con esa energía, hija del cariño, 6 que es la más perseverante. Regresa al lado de su señora, y al verla tendida, tan blanca y tan inmóvil como si fuese aquel lecho 7 su féretro, 8 cae de rodillas, y elevando hacia su señora sus temblorosas manos, prorrumpe 9 en sollozos 10 exclamando: —¡Ama mía, yo os perdí! —No, Francisca, no—murmuró su señora—; me has salvado! “Y echando uno de sus brazos de marfil 11 al cuello de ébano de la esclava, la atrajo a sí prorrumpiendo en sollozos. —Ya viene el alba—dijo poco después Francisca, que fue a abrir las ventanas, como para poner cuanto antes fin a aquella espantosa noche. “Por más que digan los poetas, que por lo regular no conocen al alba sino de oídas, el alba es triste. Cuando el día cae, todo se prepara al reposo; al alba todo se prepara al trabajo y al sufrimiento! La luz del día alumbra 12 a una ciudad muerta; tanto brillo en el cielo y tanto silencio en la tierra contrastan penosamente! 13 —la Hija del Sol, bella y silenciosa, se parecía a esa madrugada sin vida. “Francisca la obligó a levantarse y a sentarse en su cierro de cristales, 14 como tenía de costumbre, para evitar toda sospecha. Francisca entraba y salía en el gabinete. 15 —¿Qué se dice?—le preguntaba su señora a media voz. —Todavía nada—respondía Francisca en el mismo tono. —¡Dios Santo! ¡Ese cadáver abandonado!—gemía la infeliz. “Francisca cruzaba las manos y le hacía seña de que callase, señalándole a su madre, que rezaba tranquilamente sentada en el canapé. 16 “De repente se oyeron los brillantes y animados sonidos de la música militar. Era la brigada de marina, que regresaba de Jerez. “Cada nota de la música, que tantas veces había oído cuando precedía a la brigada, y a su cabeza venía el hombre a quien amaba, y que ahora yace muerto y abandonado cadáver en la Albina; cada una de estas notas es un puñal que se clava y destroza el corazón de la infeliz mujer, en la que hasta su dolor es un delito! 17 “De repente, aquella mujer que gemía quédase muda, sus ojos se abren espantados y fijos, un temblor convulsivo se apodera de ella, y sólo tiene acción para extender el brazo con un ademán lleno de espanto hacia la calle. Francisca se arrojó 18 al cierro, y sigue con la vista la dirección que indican 1 rígido por estar muerto 2 aplica a 3 señal, huella 4 huella, resto 5 fúnebre, sombrío 6 amor 7 cama 8 ataúd; caja o plataforma de muerto 9 burst out 10 gemidos, lamentos 11 ivory 12 ilumina 13 tristemente 14 espacio encerrado por cristales 15 sala pequeña para recibir a los amigos 16 similar al sofá, settee 17 culpa, infracción 18 se pegó, se echó Plaza e Iglesia de San Antonio en Cádiz , Jean Laurent, s. XIX. Wikimedia Commons [cadizsanantonio.jpg]. Alt text: Foto en sepia desde una azotea de una plaza de tierra rodeada de faroles, bancos y árboles. Alrededor de la plaza, casas de tres a cinco pisos y, a la derecha, la Iglesia de San Antonio, con dos torres renacentistas y fachada barroca.
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