Leyendas y arquetipos del Romanticismo español, Segunda edición
281 Ramón del Valle-Inclán —Escucha lo que voy a decirte. Si viniesen a prenderme, yo me haría matar. ¡Mi vida ya no puede ser ni larga ni feliz, y aquí tus manos piadosas 1 me amortajarían!... 2 Cual si quisiese alejar sombríos pensamientos agitó la cabeza, con movimiento varonil y hermoso, y echó hacia atrás los cabellos que oscurecían su frente, una frente 3 altanera 4 y desguarnida, 5 que parecía encerrar todas las exageraciones y todas las demencias, lo mismo las del amor que las del odio, las celestes que las diabólicas... Rosarito murmuró casi sin voz: —¡Yo haré una novena 6 a la Virgen para que lo saque a usted con bien de tantos peligros!... Una onda 7 de indecible compasión la ahogaba, 8 con ahogo 9 dulcísimo. Sentíase presa 10 de confusión extraña; pronta 11 a llorar,no sabía si de ansiedad, si de pena, si de ternura 12 ; conmovida 13 hasta lo más hondo 14 de su ser, por conmoción oscura, hasta entonces ni gustada ni presentida. 15 El fuego del rubor quemábale las mejillas; el corazón quería saltársele del pecho; un nudo 16 de divina angustia 17 oprimía 18 su garganta y escalofríos 19 misteriosos recorrían su carne.Temblorosa, con el temblor que la proximidad del hombre infunde en las vírgenes, quiso huir de aquellos ojos hipnóticos y dominadores que la miraban siempre; pero el sortilegio resistió. El emigrado la retuvo con un extraño gesto, tiránico y amante, y ella, llorosa, vencida, cubrióse el rostro con las manos: ¡Aquellas hermosas manos de novicia, 20 pálidas, místicas, ardientes! VII La Condesa de Cela apareció en la puerta de la estancia, 21 donde se detuvo jadeante 22 y sin fuerzas: Con la muleta apartaba el blasonado 23 portier. 24 Rosarito se limpió los ojos, y acudió 25 velozmente. 26 La noble señora apoyó la diestra, 27 blanca y temblona, en el hombro de su nieta, y cobró aliento 28 en un suspiro: —¡Allá va camino de la rectoral ese bienaventurado 29 de don Benicio!... Después sus ojos buscaron al emigrado: —¿Tú, supongo que hasta mañana no te pondrás en camino? Aquí estás seguro, como no lo estarías en parte ninguna. En los labios de don JuanManuel asomó una sonrisa de hermoso desdén. La boca de aquel hidalgo aventurero reproducía el gesto con que los grandes señores de otros tiempos desafiaban 30 la muerte. Don Rodrigo Calderón a debió sonreír así sobre el cadalso. 31 La Condesa, dejándose caer en el canapé, añadió con suave ironía: —He mandado disponer la habitación en que, según las crónicas, vivió fray Diego de Cádiz b cuando estuvo en el pazo. Paréceme que la habitación de un santo es la que mejor conviene a vuesa mercé... Y terminó la frase con una sonrisa. El mayorazgo se inclinó mostrando asentimiento burlón. Pasado un momento exclamó con cierta violencia: a Rodrigo Calderón de Aranda, conde de la Oliva de Plasencia, descabezado en 1621 por asesinato y brujería. Se cuenta que se enfrentó a la muerte con desdén y orgullo. b Diego José de Cádiz, fraile capuchino español, muerto en 1801. Era gran predicador y era asceta: llevaba una vida muy austera. Estaba a favor del absolutismo y en contra de las ideas ilustradas como la separación de Estado e Iglesia y el método científico. 1 devotas 2 amortajar : envolver un cadáver 3 parte superior de la cara 4 soberbia, arrogante 5 sin adornos 6 práctica religiosa de nueve días 7 ola 8 sofocaba 9 aflicción, congoja 10 víctima, agarrada 11 próxima 12 amor 13 emocionada 14 profundo 15 imaginada 16 knot 17 sufrimiento 18 apretaba, estrangulaba 19 shivers 20 mujer que se prepara para ser monja 21 sala 22 gasping 23 adornado con el coat of arms 24 cortina entre la sala y un corredor o escalera 25 vino en ayuda 26 rápidamente 27 la mano derecha 28 aire 29 simple y bendito 30 se enfrentaban y superaban 31 gallows
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