Leyendas y arquetipos del Romanticismo español, Segunda edición

280 Leyendas y arquetipos del Romanticismo español VI Del fondo oscuro del jardín, donde los grillos 1 daban serenata, llegaban murmullos y aromas.El vientecillo gentil que los traía estremecía los arbustos sin despertar los pájaros que dormían en ellos. A veces el follaje, misterioso como la túnica de una diosa, se abría susurrando, 2 y penetraba el blanco rayo de la luna que se quebraba 3 en algún asiento de piedra, oculto hasta entonces en sombra clandestina. El jardín cargado de aromas, y aquellas notas de la noche, impregnadas de voluptuosidad y de pereza, 4 y aquel rayo de luna, y aquella soledad y aquel misterio, traían como una evocación romántica de citas de amor en siglos de trovadores. Don Juan Manuel se levantó del sillón, y, vencido 5 por una distracción extraña, comenzó a pasearse entenebrecido 6 y taciturno. 7 Temblaba el piso bajo su andar marcial, 8 y temblaban las arcaicas consolas, que parecían altares con su carga rococa 9 de efigies, fanales 10 y floreros. Los ojos de la niña seguían miedosos e inconscientes el ir y venir de aquella sombría figura: si el emigrado se acercaba a la luz, no se atrevían a mirarle; si se desvanecía 11 en la penumbra, le buscaban con ansia. Don Juan Manuel se detuvo en medio de la estancia. Rosarito bajó los párpados presurosa. Sonrióse el mayorazgo contemplando aquella rubia y delicada cabeza, que se inclinaba como lirio de oro, y después de un momento llegó a decir: —¡Mírame, hija mía! ¡Tus ojos me recuerdan otros ojos que han llorado por mí! Tenía don Juan Manuel los gestos trágicos y las frases siniestras y dolientes de los seductores románticos.En su juventud había conocido a Lord Byron, y la influencia del poeta inglés fuera en él decisiva. Al oírle, las pestañas de Rosarito rozaron la mejilla con tímido aleteo, y permanecieron inclinadas como las de una novicia. El emigrado sacudió la blanca cabellera, aquella cabellera cuya novelesca historia tantas veces recordara la niña aquella noche, y fue a sentarse en el canapé: —Si viniesen a prenderme, 12 ¿tú, qué harías? ¿Te atreverías a ocultarme en tu alcoba? 13 ¡Una abadesa de San Payo a salvó así la vida a tu abuelo!... Rosarito no contestó. Ella, tan inocente, sentía el fuego del rubor en toda su carne. El viejo libertino la miraba intensamente, cual si sólo buscase el turbarla 14 más. La expresión de aquellos ojos verdes era a un tiempo sombría y fascinadora, inquietante y audaz: dijérase que in- filtraban el amor como un veneno, 15 que violaban las almas, y que robaban los besos a las bocas más puras. Después de un momento añadió con amarga 16 sonrisa: a San Pelayo, martirizado en Galicia en el siglo X. 1 crickets 2 whispering 3 se rompía 4 mellowness 5 dominado 6 ensombrecido 7 callado 8 guerrero 9 neologismo de rococó : excesivamente ornamental 10 bell jars 11 se desaparecía 12 arrestarme 13 dormitorio 14 ponerla nerviosa 15 venom 16 bitter No te escaparás ( Caprichos n. 72), Francisco de Goya, 1799. Wikimedia Commons [noteescaparas.jpg]. Alt text: Estampa de las técnicas aguafuerte y aguatinta de una joven bailarina. Baila con unos pajarracos de cara humana que representan la lascivia masculina. La joven, apenas fuera del alcance de los monstruos, se entretiene con el baile. El título, “No te escaparás,” se lee al pie de la estampa.

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