Leyendas y arquetipos del Romanticismo español, Segunda edición

278 Leyendas y arquetipos del Romanticismo español —Yo sabía que habías pasado por Santiago, y que después estuvieras en la feria de Barbanzón vestido de chalán. Mis noticias eran de que conspirabas. —Ya sé que eso se ha dicho. —A ti se te juzga 1 capaz de todo, menos de ejercer la caridad 2 como un apóstol... Y la noble señora sonreía con alguna incredulidad. 3 Después de un momento añadió, bajando insensiblemente la voz: —¡Es el caso que no debes tener la cabeza muy segura sobre los hombros! Y tras la máscara de frialdad con que quiso revestir sus palabras, asomaban el interés y el afecto. 4 Don JuanManuel repuso en el mismo tono confidencial, paseando la mirada por la sala: —¡Ya habrás comprendido que vengo huyendo! Necesito un caballo para repasar mañana mismo la frontera. —¿Mañana? —Mañana. La Condesa reflexionó un momento: —¡Es el caso que no tenemos en el pazo ni una mala montura!... 5 Y como observase que el emigrado fruncía el ceño, añadió: —Haces mal en dudarlo. Tú mismo puedes bajar a la cuadra 6 y verlo. Hará cosa de un mes pasó por aquí haciendo una requisa 7 la partida 8 de don Ramón María, el Manco, y se llevó las dos yeguas 9 que teníamos. No he querido volver a comprar, porque me exponía a que se repitiese el caso el mejor día. Don Juan Manuel la interrumpió: —¿Y no hay en la aldea 10 quien preste un caballo a la Condesa de Cela? A la pregunta del mayorazgo siguió un momento de silencio. Todas las cabezas se inclinaban y parecían meditar. Rosarito que con las manos en cruz y la labor caída en el regazo estaba sentada en el canapé al lado de la anciana, suspiró tímidamente: —Abuelita, el sumiller 11 tiene un caballo que no se atreve a 12 montar. Y con el rostro cubierto de rubor, 13 entre abierta la boca de madona y el fondo de los ojos misteriosos y cambiante, Rosarito se estrechaba a 14 la Condesa cual si buscase amparo en un peligro.Don JuanManuel la infundía 15 miedo, pero un miedo sugestivo y fascinador. Quisiera no haberle conocido, y el pensar en que pudiera irse la entristecía. Aparecíasele como el héroe de un cuento medroso 16 y bello cuyo relato 17 se escucha temblando y, sin embargo, cautiva el ánimo 18 hasta el final, con la fuerza de un sortilegio. 19 Oyendo a la niña, el emigrado sonrió con caballeresco desdén, y aun hubo de atusarse el bigote suelto 20 y bizarramente levantado sobre el labio. Su actitud era ligeramente burlona: —¡Vive Dios! Un caballo que el sumiller no se atreve a montar casi debe ser un Bucéfalo. a ¡He ahí, queridas mías, el corcel 21 que me conviene! La Condesa movió distraídamente algunos naipes del solitario, y al cabo de un momento, como si el pensamiento y la palabra le viniesen de muy lejos, se dirigió al capellán: a El caballo más fiero de la antigüedad, que sólo se dejaba montar por Alejandro Magno (s. IV a.E.C.). 1 considera 2 compasión 3 desconfianza 4 el cariño, el amor 5 caballo, yegua, mula, etc. 6 establo 7 inspección 8 los seguidores 9 mares 10 pueblo 11 rango eclesiástico 12 to dare 13 de color rojo 14 to reach out to 15 causaba 16 de terror 17 historia 18 espíritu 19 hechizo, encantamiento 20 ancho, amplio 21 caballo de guerra

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