Leyendas y arquetipos del Romanticismo español, Segunda edición
262 Leyendas y arquetipos del Romanticismo español aceptó un crimen para ocupar el trono que de ningún modo le pertenecía y que le duró poco, porque no podía Dios perdonar tal usurpación, y el niño fue conducido al campo de Gibraltar por el marido de su nodriza, hombre discreto, que sólo momentos antes de expirar confió a su esposa secreto tan importante. Poco permaneció en Gibraltar; la nodriza era de la Huerta y se llevó al niño allí en cuanto pudo hacerlo sin riesgo ninguno. Vivió retirado don Enrique hasta que supo su historia, que el pueblo escuchómás tarde con fe,y acaso hubiera obtenido el trono de España si no hubiesen puesto a precio su cabeza. Játiva sin embargo llegó a proclamarle rey; un día que en triunfo le sacaron de la iglesia y le pasearon por la población, fue tal el entusiasmo de sus compañeros de armas que le ofrecieron la corona y le dieron criados, pajes, oficiales, negros a y crecidas sumas de dinero que siempre empleó en remediar la miseria del pobre. Después de esto se empezó a nublar su buena estrella; él también, como el divino maestro, tuvo un Judas entre los que le rodeaban. —¿Cómo se llamaba?—preguntó Lorenzo. —Creo que José, pero no puedo asegurarlo, porque sólo por Judas le conozco, nombre que aun se le da únicamente. Ese ser bajo y cobarde, en quien don Enrique confiaba, hizo primero que cambiasen la guardia de Valencia una noche en que por sorpresa iba a penetrar el llamado Rey encubierto a causa de su coronación en Játiva, el cual si no lo hubiese sabido a tiempo, hubiese caído en manos del Marqués de Zenete. En otra ocasión, cuando ya muchos de los agermanados, pobres labradores, habían abandonado la guerra por las faenas 1 de los campos y don Enrique iba solo con un puñado de hombres, le guió a Benimaclet, donde no quisieron darle hospi- talidad, y entonces fue cuando rendidos 2 por tantas fatigas vinieron por consejo del mismo Judas a Burjasot, vendiéndole el infame 3 por cuatrocientos ducados, precio prometido por su cabeza. No había en este pueblo ni un partidario del Encubierto; todos los habitantes pertenecían a los nobles, sus enemigos. ¿Qué había de suceder? Cuando supo la traición era tarde para volver atrás, pero decidió vender cara su vida. Tío, yo vi desde mi casa el combate; don Enrique era el más bravo de todos, se le conocía a la legua por su a Aquí la palabra negros es usada para decir esclavos . 1 tareas 2 exhaustos 3 deshonrado, vil Portada de La cigarra y la hormiga , libro juvenil de Julia de Asensi, por el artista José Cuchy Arnau, 1901. Biblioteca Digital Hispánica [hormiga.jpg]. Esta adaptación de la fábula homónima de Esopo cuenta la historia de dos amigas de la infancia, Rita y Fernanda. Fernanda (a la derecha) tiene el carácter trabajador y frugal de la hormiga y prospera en la vida. Tras las dificultades económicas incurridas por la ostentación y el malgasto, y viendo el ejemplo de mujeres que sabían ahorrar, Rita aprende el valor del dinero y la importancia de la moderación. Las amistades en esta novela trascienden las clases, y son mujeres burguesas las que sirven de modelo para Rita. Alt text: Dos mujeres pasean en un pueblo del sur de España. A la izquierda está Rita, ricamente vestida con un sombrero de plumas de ganso y un parasol carmines. Lleva guantes de cuero, un elegante vestido rosado, una chaqueta aguamarina y una bufanda blanca de visón u otra piel similar. Fernanda está vestida de manera mucho más económica: lleva un vestido color morado oscuro fuera de temporada, una bufanda verde y un delantal bordado con encajes. No lleva ni parasol ni sombrero, y calienta las manos debajo del delantal. La mirada de Rita expresa inquietud y preocupación. Fernanda está más tranquila y curiosa. La portada también tiene varios números de registro y marcas de catálogo bibliotecarias.
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