Leyendas y arquetipos del Romanticismo español, Segunda edición
210 Leyendas y arquetipos del Romanticismo español no; iba a sentarme al borde de la fuente, a buscar en sus ondas... no sé qué, ¡una locura! El día en que salté sobre ella con mi Relámpago creí haber visto brillar en su fondo una cosa extraña..., muy extraña...: los ojos de una mujer. Tal vez sería un rayo de sol que serpeó 1 fugitivo entre su espuma; tal vez una de esas flores que flotan entre las algas de su seno, y cuyos cálices a parecen esmeraldas..., no sé; yo creí ver una mirada que se clavó en la mía; una mirada que encendió en mi pecho un deseo absurdo, irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos como aquellos. En su busca fui un día y otro a aquel sitio. Por último, una tarde... yo me creí juguete de un sueño...; pero no, es verdad; la he hablado ya muchas veces, como te hablo a ti ahora...; una tarde encontré sentada en mi puesto, y vestida con unas ropas que llegaban hasta las aguas y flotaban sobre su haz,una mujer hermosa sobre toda ponderación. 2 Sus cabellos eran como el oro; sus pestañas 3 brillaban como hilos 4 de luz, y entre las pestañas volteaban 5 inquietas unas pupilas que yo había visto..., sí, porque los ojos de aquella mujer eran de un color imposible; unos ojos... —¡Verdes!—exclamó Íñigo con un acento de profundo terror, e incorporándose de un salto en su asiento. Fernando le miró a su vez como asombrado de que concluyese lo que iba a decir, y le preguntó con una mezcla de ansiedad y de alegría: —¿La conoces? —¡Oh no!—dijo el montero—. ¡Líbreme Dios de conocerla! Pero mis padres, al prohibirme llegar hasta esos lugares, me dijeron mil veces que el espíritu, trasgo, demonio o mujer que habita en sus aguas, tiene los ojos de ese color. Yo os conjuro, 6 por lo que más améis en la tierra, a no volver a la Fuente de los álamos. Un día u otro os alcanzará su venganza, y expiaréis 7 muriendo el delito 8 de haber encenagado 9 sus ondas. —¡Por lo que más amo!... —murmuró el joven con una triste sonrisa. —Sí—prosiguió el anciano—: por vuestros padres, por vuestros deudos, por las lágrimas de la que el cielo destina para vuestra esposa, por las de un servidor que os ha visto nacer... —¿Sabes tú lo que más amo en este mundo? ¿Sabes tú por qué daría yo el amor de mi padre, los besos de la que me dio la vida, y todo el cariño 10 que puedan atesorar 11 todas las mujeres de la tierra? Por una mirada, por una sola mirada de esos ojos... ¡Cómo podré yo dejar de buscarlos! Dijo Fernando estas palabras con tal acento, que la lágrima que temblaba en los párpados 12 de Íñigo se resbaló silenciosa por su mejilla, mientras exclamó con acento sombrío: —¡Cúmplase 13 la voluntad 14 del cielo! III —¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu patria? 15 ¿En dónde habitas? Yo vengo un día y otro en tu busca, y ni veo el corcel que te trae a estos lugares, ni a los servidores que conducen tu litera. 16 Rompe de una vez el misterioso velo en a Cáliz , de la botánica: whorl , hojas en que se guardan los pétalos de la flor, o pétalos en que se guarda el interior de la flor, o el gineceo , en que se guardan las partes específicamente femeninas de la flor. 1 serpenteó 2 consideración 3 eyelashes 4 threads 5 giraban, se movían 6 ruego, pido 7 purgarás, pagarás 8 la ofensa 9 enturbiado, muddied 10 amor 11 ahorrar, guardar 12 eyelids 13 hágase 14 el deseo 15 país 16 litter : silla llevada en hombros de los sirvientes
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