Leyendas y arquetipos del Romanticismo español, Segunda edición
209 Gustavo Adolfo Bécquer persiguen, todas las mañanas tomáis la ballesta para enderezaros en 1 la espesura 2 y permanecer en ella hasta que el sol se esconde. Y cuando la noche oscurece y volvéis pálido y fatigado al castillo en balde 3 busco en la bandolera 4 los despojos de la caza. ¿Qué os ocupa tan largas horas lejos de los que más os quieren? Mientras Íñigo hablaba, Fernando, absorto en sus ideas, sacaba maquinalmente astillas 5 de su escaño 6 de ébano con el cuchillo de monte. Después de un largo silencio, que sólo interrumpía el chirrido de la hoja 7 al resbalarse sobre la pulimentada 8 madera, el joven exclamó dirigiéndose a su servidor, como si no hubiera escuchado una sola de sus palabras: —Íñigo, tú que eres viejo; tú que conoces todas las guaridas del Moncayo, que has vivido en sus faldas persiguiendo a las fieras y en tus errantes 9 excursiones de cazador subiste más de una vez a su cumbre, dime: ¿has encontrado por acaso una mujer que vive entre sus rocas? —¡Una mujer!—exclamó el montero con asombro y mirándole de hito en hito. 10 —Sí—dijo el joven—; es una cosa extraña lo que me sucede, muy extraña... Creí poder guardar ese secreto eternamente, pero no es ya posible; rebosa en 11 mi corazón y asoma a 12 mi semblante. 13 Voy, pues, a revelártelo... Tú me ayudarás a desvanecer el misterio que envuelve a esa criatura, que, al parecer, sólo para mí existe, pues nadie la conoce, ni la ha visto, ni puede darme razón 14 de ella. El montero, sin desplegar 15 los labios, arrastró su banquillo 16 hasta colocarle 17 junto al escaño de su señor, del que no apartaba 18 un punto los espantados ojos. Éste, después de coordinar sus ideas, prosiguió así: —Desde el día en que, a pesar de tus funestas predicciones, llegué a la Fuente de los álamos y, atravesando sus aguas, recobré el ciervo que vuestra superstición hubiera dejado huir, se llenó mi alma del deseo de la soledad. Tú no conoces aquel sitio.Mira, la fuente brota 19 escondida en el seno de una peña 20 y cae resbalándose gota 21 a gota por entre las verdes y flotantes hojas de las plantas que crecen al borde 22 de su cuna. Aquellas gotas, que al desprenderse 23 brillan como puntos de oro y suenan como las notas de un instrumento, se reúnen entre los céspedes, 24 y, susurrando, 25 susurrando, con un ruido semejante al de las abejas que zumban en torno de las flores, se alejan por entre las arenas, 26 y forman un cauce, 27 y luchan con los obstáculos que se oponen a su camino, y se repliegan 28 sobre sí mismas, y saltan, y huyen, y corren, unas veces con risa, otras con suspiros, hasta caer en un lago. En el lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres, cantares, yo no sé lo que he oído en aquel rumor cuando me he sentado solo y febril 29 sobre el peñasco a cuyos pies saltan las aguas de la fuente misteriosa para estancarse 30 en una balsa 31 profunda, cuya inmóvil superficie 32 apenas riza 33 el viento de la tarde. Todo es allí grande. La soledad con sus mil rumores desconocidos vive en aquellos lugares y embriaga el espíritu en su inefable 34 melancolía. En las plateadas 35 hojas de los álamos, en los huecos 36 de las peñas, en las ondas 37 del agua parece que nos hablan los invisibles espíritus de la Naturaleza, que reconocen un hermano en el inmortal espíritu del hombre. Cuando, al despuntar la mañana, me veías tomar la ballesta y dirigirme al monte, no era nunca para perderme entre sus matorrales en pos de la caza, 1 encaminaros a 2 bosque 3 en vano 4 satchel 5 shavings 6 silla 7 blade 8 pulida, polished 9 extensas 10 con mucha atención 11 se desborda, invade 12 aparece en 13 rostro 14 explicación 15 abrir 16 stool 17 ponerle 18 separaba 19 surge, emerge 20 roca, montaña 21 drop 22 margen 23 caerse 24 las hierbas 25 whispering 26 sands 27 arroyo, corriente, río 28 de plegar : to fold 29 inquieto, intranquilo 30 reunirse 31 pozo, pool 32 surface 33 agita 34 sublime 35 color de plata 36 cavernas, hollows 37 olas
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