Leyendas y arquetipos del Romanticismo español, Segunda edición

196 Leyendas y arquetipos del Romanticismo español De qué arte se valieron 1 los acometedores 2 de esta empresa para llevarla a término, ni nadie se lo acertaba a 3 explicar, ni ellos mismos podían decirlo; pero el hecho era que gracias a la oración del santo o al valor de sus devotos, 4 la cosa había sucedido tal como se refería. Apenas la novedad 5 comenzó a extenderse de boca en boca y de casa en casa, la multitud se lanzó 6 a las calles con ruidosa algazara 7 y corrió a reunirse a las puertas de la prisión. La campana de la parroquia llamó a concejo, 8 y los vecinos más respetables se juntaron en capítulo, 9 y todos aguardaban ansiosos la hora en que el reo 10 había de comparecer 11 ante sus improvisados jueces. 12 Éstos, que se encontraban autorizados por los Condes de Urgel para administrarse por sí mismos pronta y severa justicia sobre aquellos malhechores, deliberaron unmomento, pasado el cual,mandaron comparecer al delincuente a fin de notificarle su sentencia. Como dejo dicho, así en la plaza mayor, como en las calles por donde el prisionero debía atravesar 13 para dirigirse al punto en que sus jueces se encontraban, la impaciente multitud hervía 14 como un apiñado 15 enjambre 16 de abejas. 17 Especialmente en la puerta de la cárcel, la conmoción popular tomaba cada vez mayores proporciones; ya los animados diálogos, los sordos 18 murmullos 19 y los amenazadores gritos comenzaban a poner en cuidado a sus guardas, cuando afortunadamente llegó la orden de sacar al reo. Al aparecer éste bajo el macizo 20 arco de la portada 21 de su prisión, completamente vestido de todas armas y cubierto el rostro por la visera, un sordo y prolongado murmullo de admiración y de sorpresa se elevó de entre las compactas masas del pueblo, que se abrían con dificultad para dejarle paso. Todos habían reconocido en aquella armadura la del Señor del Segre: aquella armadura, objeto de las más sombrías tradiciones mientras se la vio suspendida de los arruinados muros de la fortaleza maldita. Las armas eran aquéllas, no cabía 22 duda alguna: todos habían visto flotar el negro penacho 23 de su cimera 24 en los combates que en un tiempo trabaran contra su señor; todos le habían visto agitarse 25 al soplo 26 de la brisa del crepúsculo, a par de 27 la hiedra 28 del calcinado pilar en que quedaron colgadas a la muerte de su dueño.Mas ¿quién podría ser el desconocido personaje que entonces las llevaba? Pronto iba a saberse, al menos así se creía. Los sucesos dirán cómo esta esperanza quedó frustada, a la manera de otras muchas, y por qué de este solemne acto de justicia, del que debía aguardarse el completo esclarecimiento 29 de la verdad, resultaron nuevas y más inexplicables confusiones. El misterioso bandido penetró al fin en la sala del concejo, y un silencio profundo sucedió 30 a los rumores que se elevaran de entre los circunstantes, 31 al oír resonar bajo las altas bóvedas 32 de aquel recinto 33 el metálico son de sus acicates 34 de oro. Uno de los que componían el tribunal, con voz lenta e insegura, le preguntó su nombre, y todos prestaron 35 el oído con ansiedad 36 para no perder una sola palabra de su respuesta; pero el guerrero se limitó a encoger 37 sus hombros ligeramente, con un aire de desprecio e insulto que no pudo menos de irritar a sus jueces, los que se miraron entre sí sorprendidos. Tres veces volvió a repetirle la pregunta, y otras tantas obtuvo semejante 38 o parecida contestación. —¡Que se levante la visera! ¡Que se descubra! ¡Que se descubra!— 1 emplearon 2 autores 3 podía 4 seguidores 5 noticia 6 se echó 7 gritos de alegría 8 a reunión 9 en concejo 10 el prisionero 11 aparecer 12 judges 13 cruzar 14 was boiling 15 denso 16 swarm 17 bees 18 muffled 19 murmurs 20 denso, pesado 21 entrada 22 no había espacio para 23 cresta, plumero 24 casco, helmet 25 moverse 26 blowing 27 al lado de 28 ivy 29 clarificación, revelación 30 siguió 31 los presentes 32 vaults , domes 33 lugar encerrado 34 espuelas, spurs 35 enfocaron 36 ansia, inquietud 37 to shrug 38 similar