Leyendas y arquetipos del Romanticismo español, Segunda edición

xix Prólogo condiciones de existencia y sus preocupaciones. Es un trabajo arriesgado por el peligro de enfermarse; en la época de Galdós, Madrid tiene uno de los niveles de mortandad infantil más altos de las capitales europeas. El empeño general de los escritores realistas no está motivado simplemente por el lucro o el renombre literario; intentan contribuir al conocimiento de las leyes que gobiernan las acciones de los individuos y de los grupos dentro de determinadas circunstancias para ayudar a mejorar la sociedad. Los autores buscan estas leyes para la elaboración verosímil de los personajes y su contexto; luego comunican esta información al público lector a través de narrativas que captan la imaginación. Son obras de ficción, pero presentan de manera verosímil fenómenos importantes de entender; por lo tanto, son modelos virtuales de sectores sociales y de tipos de individuos claves en esos sectores. El Realismo contribuye al desarrollo de la novela sicológica, un subgénero de novela muy importante hoy y cuyos orígenes, en Europa, se remontan a la novela sentimental o de emociones del Renacimiento. La actividad de los escritores realistas es paralela al desarrollo de la sicología y la sociología, y es paralela al surgimiento de la fotografía, una nueva tecnología que hace posible el análisis visual detenido de seres, contextos y fenómenos. La fotografía capta detalles que escapan al ojo humano y la literatura realista coincide con la fotografía en que es muy detallada; por lo tanto las novelas realistas suelen tener más descripción y menos acción que otros tipos de novela. El Romanticismo, el Costumbrismo y el Realismo contribuyen a la identidad nacional cultivada en el siglo XIX. Proyectan imágenes del pasado y del presente para conferir una idea de origen y de experiencia común. Las imágenes del pasado suelen idealizarse, como una memoria colectiva selectiva, mientras que las imágenes del presente suelen corresponder a una experiencia colectiva dotada de posibilidades y obstaculizada por problemas que resolver. El Romanticismo, el Costumbrismo y el Realismo tienen en común una preocupación por lo autóctono, lo que es original de España y sus regiones y no de otra parte. La figura n. 2 representa la relación entre estos movimientos en torno a lo autóctono. El Romanticismo idealiza la historia lejana y formas de vida ya perdidas de la época medieval o del “Siglo de Oro” (siglos XVI y XVII). Esta visión embellecida del pasado facilita una identificación a nivel nacional que trasciende las clases. El Costumbrismo, por una parte, celebra formas de vida tradicionales con las que la burguesía se identifica, pero que corresponden cada vez menos a su experiencia actual en las urbes. Muchas de las escenas costumbristas son de campesinos y de la clase baja, por ejemplo de la siembra, la cosecha, la pesca, fiestas, bodas, etc.. Aunque el Costumbrismo puede incluir retratos individuales, el enfoque general son las actividades en grupo, y se contrapone a la pérdida de actividades comunales que resulta de la emigración desde el pueblo a las grandes ciudades. La nostalgia hacia esos contextos se evidencia en la caracterización pintoresca de las escenas y los personajes y refleja el ascenso social y económico del público consumidor de tales escenas, la burguesía. Por otra parte, los escritores costumbristas más críticos, Mariano José de Larra, por ejemplo, usan el cuadro de costumbres para revelar defectos, como la hipocresía y la inseguridad, en el carácter burgués, con frecuentes toques caricaturescos. La novela realista,

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