Leyendas y arquetipos del Romanticismo español, Segunda edición

xviii Leyendas y arquetipos del Romanticismo español Nevada, Utah, Colorado, Arizona, Nuevo México, Texas, México, Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay, Chile, Argentina, Uruguay y la República Dominicana. El Romanticismo incluye autores de tendencias sociales y políticas a veces opuestas, y su obra refleja diferentes maneras de entender estos eventos y los cambios sociales que ocurren en el siglo XIX. En general, el Romanticismo español es más conservador que el alemán o el inglés. La estética romántica es utilizada por escritores conservadores que encuentran en las tradiciones, leyendas e historia local, regional o nacional lo que consideran la identidad nacional auténtica. En su deseo de conservar las antiguas estructuras sociales, caracterizan el individualismo como un libertinaje, con personajes libertinos o caprichosos cuyo egoísmo causa sufrimiento para otras personas y resulta en su propia exclusión social. Los escritores liberales también buscan en la geografía, la arqueología, las costumbres, tradiciones e historia local o nacional las señas de identidad nacional, pero presentan la autodeterminación individual como necesidad esencial del ser humano y la independencia de la nación como extensión de la libertad de sus ciudadanos. Debido a su interés por lo local o nacional en el siglo XIX, la estética romántica también forma parte de la expresión independista de las naciones latinoamericanas. El Romanticismo está materialmente ligado a la identidad nacional porque este movimiento produce artefactos culturales (pintura, drama, escultura, monumentos, poesía, narrativa, música) que proyectan una conciencia colectiva de los lugares, eventos, las personalidades y los temas particularmente españoles en el momento histórico en que los burgueses y demás aspirantes a la clase media buscan integrarse a un nuevo orden social. El Realismo literario contribuye a la formación de una identidad burguesa al plasmar en los medios de comunicación una imagen de la realidad del momento. La clase burguesa es mayormente urbana, y el cuento y la novela realista contribuyen a la formación de la identidad de esta clase presentando tipos, contextos y acontecimientos urbanos; como en un espejo, los lectores burgueses se ven a sí mismos retratados y se identifican con los personajes. El Realismo presenta la vida de personas y de capas sociales que normalmente no reciben en la literatura un tratamiento profundo de su situación. Es decir que el Realismo no promueve una fascinación por héroes y arquetipos idealizados, sino que explora la vida de personas que individualmente no son importantes en la sociedad pero que, por su gran número, forman grupos sociales de peso. Cuando la novela realista trata figuras históricas o personajes célebres, lo hace con el fin de desmitificarlos y ambientarlos en situaciones concretas que den sentido a su participación en acontecimientos de gran importancia. Aunque el Realismo es un movimiento literario, no se debe imaginar como fenómeno aislado de las otras artes y ciencias. El escritor realista trabaja como etnógrafo, observando individuos, grupos y sectores sociales con el propósito de entender los mecanismos de su pensamiento y acción. Benito Pérez Galdós es el máximo ejemplo español de este tipo de escritor, y no sólo observa a miembros de su propia clase social, sino que también hace una investigación bibliográfica en archivos históricos, hace entrevistas y visita casas de pobres en Madrid para ver personalmente su vida, sus

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