Leyendas y arquetipos del Romanticismo español, Segunda edición

xiv Leyendas y arquetipos del Romanticismo español para mejorar la vida material—son rechazadas en España, especialmente por la Iglesia Católica, los nobles rurales y los campesinos. Como Inglaterra es un país protestante y Francia es, desde la Revolución Francesa, un país oficialmente secular, la prominencia filosófica y cultural de estos dos países en la Ilustración inspira entre muchos españoles una fuerte resistencia que combina la fe católica con el nacionalismo. Francia había dominado la cultura europea a lo largo del siglo XVIII, el “Siglo de la Luces”, como foco de la Ilustración, y en el siglo XIX el Imperio Británico, con su superioridad naval, será el más fuerte del mundo. El imperio español, que había sido la envidia del mundo en los siglos XVI y XVII, es ahora débil y en el siglo XIX dejará de ser un imperio, perdiendo todas sus colonias en Latinoamérica y Oceanía. La invasión de España por parte de Napoleón (1808) y el reinado de su hermano José I (1808–1813) logran imponer temporalmente algunas políticas inspiradas por la Ilustración, como la abolición de la Inquisición española en 1808, pero la ocupación galvaniza la conciencia nacional española en contra de lo foráneo y especialmente en contra de lo francés. Ante las influencias y las amenazas extranjeras, hay en muchos sectores de España un fuerte deseo de refugiarse en la identidad nacional o local, en las tradiciones que definen las comunidades, en la geografía, la historia particular, las costumbres, y en el habla y el sentir propios de las gentes españolas. Los eventos acaecidos en España en el siglo XIX contribuyen a su historia particular, pero no son únicos a España. La migración interna a los centros urbanos, la nueva conciencia de los obreros industriales, las reivindicaciones de la burguesía en busca de una estructura política más representativa, los avances tecnológicos y una filosofía generalmente más materialista de las cuestiones vitales son fenómenos experimentados en toda Europa—como también lo son las guerras internas y externas. Asimismo el interés y la nostalgia por lo propio, por la identidad local y nacional a diferencia de las demás naciones, es también un fenómeno pan-europeo y se expresa culturalmente en los movimientos artísticos del Romanticismo, Realismo y, en el caso español, también en el Costumbrismo. Estos movimientos contribuyen a la conciencia de identidad de la clase social más importante del siglo XIX, la burguesía. Los burgueses llegan a ser la clase social más importante en el siglo XIX en relación a su número y su productividad económica. La nobleza entra en decadencia ante las transformaciones tecnológicas y económicas, y ocurren múltiples revoluciones y levantamientos burgueses en los años 1820 (España, Grecia, Italia), en los 1830 (Alemania, Bélgica, España, Francia, Italia, Polonia), en los 1840 (Alemania, Austria, España, Francia, Hungría, Italia, Rusia, Suiza), y en los 1850 y 1860 (España). En estas convulsiones sociales, los burgueses cesan su actividad económica normal y manifiestan su ruptura con el contrato social hasta entonces operante; es decir que salen a la calle en protesta o participan en intrigas o en luchas armadas en contra de las monarquías europeas. Con estas revoluciones, la clase burguesa impone sucesivamente estructuras políticas más representativas de sus intereses, bien estableciendo repúblicas democráticas o insistiendo en una representación democrática en forma de monarquías parlamentarias. Los valores principales con que se oponen los burgueses al privilegio aristocrático son

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