Leyendas y arquetipos del Romanticismo español, Segunda edición
xiii Prólogo aporta al Realismo una plétora de figuras y escenas enfocadas en la actualidad. Sin embargo, el movimiento costumbrista del siglo XIX exhibe una fuerte nostalgia y una caracterización pintoresca—cuando no caricaturesca—y, por lo tanto, este movimiento es denominado “Costumbrismo romántico” por muchos críticos. Aun cuando se trata del costumbrismo crítico, el de los Artículos de costumbres de Larra por ejemplo, la crítica exhibe un fuerte personalismo o subjetividad que implica al autor en la caracterización de la situación y sus personajes, es decir que hay en esta crítica falacia patética. Al considerar la tensión entre la tendencia romántica y la realista, se notará que frecuentemente los escritores de más exito son los que combinan elementos de las dos y de manera innovadora, como en el caso del realismo sicológico de Galdós o Brontë o el realismo sensacional de Dickens. Arte y sociedad del siglo XIX en España El siglo XIX en España es muy dinámico. Se producen significativos cambios sociales que corresponden a fenómenos internos tales como la industrialización, la urbanización, el crecimiento de la clase burguesa y el surgimiento de una nueva clase social: el proletariado. Estos cambios no son uniformes en España, sino que algunos son más pronunciados en unas regiones que en otras. Por ejemplo, la zona del río Ebro, en el norte y este del país, es la primera en industrializarse y mientras que el sueldo promedio en esta zona sube a lo largo del siglo XIX en relación con otras partes de España, baja en el sur y el oeste. Fenómenos externos también afectan a la sociedad española del siglo XIX, como las influencias artísticas y filosóficas, guerras coloniales en África y Latinoamérica, la Revolución Francesa y la invasión de España por Napoleón. Estos fenómenos internos y externos no son experimentados de manera uniforme por todos los sectores sociales, lo que da motivo a conflictos—a veces armados—entre diferentes grupos e instituciones en España. Por ejemplo, los burgueses y los proletarios exigen nuevas distribuciones del poder mientras que la aristocracia y la Iglesia Católica se oponen a estas demandas igualitarias. Al final del siglo XVIII ya se percibe una división general en España que se manifestará a lo largo del siglo XIX y culminará en la Guerra Civil de 1936–1939.Aesta división se la conoce como“las dos Españas”,expresión que representa el conflicto entre sensibilidades,costumbres,grupos e instituciones tradicionalistas por una parte y las influencias culturales y transformaciones sociales progresivas por otra. Tras la Revolución Francesa (1789), hay altas tensiones en España entre los grupos liberales y el antiguo régimen, la clase e instituciones dominantes desde la Edad Media (la nobleza, la monarquía y la Iglesia Católica). Estas tensiones retardan la recepción de nuevas ideas modernas y, a comienzos del siglo XIX, España se encuentra al margen de los avances de la Ilustración que ya están transformando a las sociedades europeas, especialmente la francesa y la inglesa. Esto no quiere decir que no haya personas ilustradas en España—la más famosa había sido el rey Carlos III (reinado: 1759–88) y en los siglos XVIII y XIX hay una minoría élite de españoles ilustrados, muchos de ellos educados en París. No obstante, muchas de las ideas de la Ilustración—tales como el poder del individuo de ser agente de su propia vida, la igualdad de todos los hombres, el valor de la razón sobre la superstición o la superioridad de la ciencia ante la religión
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